En ningún caso. El agua del grifo, siempre que esté especificada como agua potable, puede destinarse a consumo humano, tanto para cocinar como para beber.
Beber es imprescindible y, especialmente para las personas que reciben tratamiento oncológico. Es necesario mantener las células del cuerpo bien hidratada para que soporten mejor los tratamientos. Se recomienda asegurar la ingesta de unos dos litros de agua (unos 8 vasos) diariamente.