La modificación del gusto de determinados alimentos se produce por los efectos que tienen la quimioterapia y la radioterapia sobre las papilas gustativas, ubicadas en la cavidad oral. En función del tratamiento, la recuperación puede ser variable, aunque suelen desaparecer al cabo de unas semanas de terminarlo. Estas alteraciones pueden hacer que la persona deje de disfrutar de la comida porque le resulta desagradable, lo que limita que pueda alimentarse de forma equilibrada y suficiente.