No es necesario eliminar la carne roja de la alimentación durante el tratamiento oncológico. Con todo, consumirlos es totalmente opcional.
Durante el tratamiento y recuperación posterior, consumir carne roja no es perjudicial, ya que el consumo de proteína es básico para reparar y regenerar tejidos. La recomendación de consumo de carne es de tres o cuatro raciones a la semana (100-125 g/ración), de las cuales dos pueden ser de carne roja; y hay que priorizar las partes más magras, retirar la grasa visible y limitar su ingesta cuando sea procesada.