Actualmente no existe ninguna evidencia que indique que los edulcorantes artificiales disponibles en el mercado estén asociados al riesgo de desarrollar cáncer o que tengan un efecto negativo en los pacientes ya en tratamiento.
Siempre que el especialista no indique lo contrario las personas en tratamiento de cáncer pueden consumir edulcorantes o alimentos que los contengan con tranquilidad, dentro siempre de una alimentación equilibrada y en cantidades moderadas.
Si no hay problemas de peso o diabetes y el médico o dietista-nutricionista no lo ha recomendado, no es necesario introducirlos en la dieta.