El cáncer de estómago consiste en un crecimiento descontrolado y anormal de alguna de las células del estómago y puede darse en cualquier parte de éste. El estómago es la parte más dilatada del tubo digestivo y está situado en la parte superior del abdomen, ubicado entre el esófago y el intestino delgado, y próximo al diafragma y a otros órganos abdominales, como el hígado, el páncreas y el bazo.
Es un órgano esencial en la digestión de los alimentos. Cuando los alimentos son masticados y lubricados con la saliva, descienden por la garganta hasta el estómago a través del esófago. En el estómago se mezclan con los jugos gástricos, donde se empiezan a digerir. Los alimentos ya digeridos, junto con el jugo gástrico, se vacían en la primera sección del intestino delgado a través del píloro, gracias a los movimientos de contracción y relajación que realiza la musculatura del estómago. |
Tanto el diagnóstico como la decisión del tratamiento a realizar tienen lugar de forma multidisciplinar. Los tratamientos principales se basan en la cirugía, la quimioterapia, la inmunoterapia y la radioterapia. La elección del tratamiento se basa en diferentes factores relacionados con el paciente (estado general, situación clínica y nutricional, enfermedades asociadas, decisión del paciente), con el tumor (síntomas que produce, tipo y estadio del tumor) y con el tratamiento (intención, tolerancia y eficacia, tratamientos previos…).
La cirugía es el tratamiento de elección en el cáncer gástrico localizado, y puede ir acompañada de un tratamiento complementario previo y/o posterior con quimioterapia, y en ocasiones también con radioterapia. La finalidad del tratamiento previo a la cirugía es la de reducir el tumor para que permita una cirugía más eficaz, y la del tratamiento posterior es asegurar la eliminación de células tumorales después de la cirugía. En el cáncer gástrico no quirúrgico el tratamiento de elección suele ser la quimioterapia, en ocasiones también combinada con inmunoterapia y/o radioterapia.
El cáncer gástrico y de la unión esófago-gástrica se considera de alto riesgo nutricional, pudiendo provocar desnutrición ya en el diagnóstico de la enfermedad y sobre todo en los estadios más avanzados. Las causas son diversas e interactúan entre sí:
Una ingesta oral inadecuada, debida a síntomas propios de la enfermedad, su localización y a los efectos secundarios relacionados con el tratamiento, como la dificultad para tragar, la sensación de estar saciado, dolor abdominal, náuseas, vómitos, diarreas o falta de apetito, pudiendo provocar una menor ingesta de alimentos y una pérdida de peso.
Una disminución de la masa muscular, debida a una baja ingesta, una disminución en la movilidad, y/o por el propio efecto del tumor o tratamiento.
El deterioro del estado nutricional influye tanto en la eficacia, tolerancia y respuesta a los tratamientos como en la capacidad funcional y en la calidad de vida. Por todo ello, un correcto estado nutricional puede favorecer la recuperación, disminuir las complicaciones derivadas del tratamiento, beneficiarse de una estancia hospitalaria más corta y un mejor pronóstico.
Las necesidades de alimentación de la persona en tratamiento de un cáncer gástrico se pueden clasificar en función del tratamiento que realice y de la fase en la que se encuentre. Así pues, el paciente puede consultar directamente los diferentes apartados:
Sea cual sea el momento del tratamiento en el que se encuentre el paciente, deberá verificar con su equipo médico si existe alguna interacción entre algún alimento y la medicación recibida. También será importante no tomar ningún suplemento de vitaminas, minerales, antioxidantes, hierbas u otros sin previamente consultar al especialista.
Además de una correcta alimentación, es importante realizar una actividad física que incluya ejercicios tanto de movimiento (caminar, pasear, ir en bici, realizar bici estática, nadar…) como de fuerza, adaptados a cada situación, ya que favorecen una optimización de la masa muscular y la capacidad funcional del paciente.