Se define como un aumento de la frecuencia de deposiciones, acompañado de una disminución de su consistencia. Puede ser consecuencia de la toxicidad del tratamiento con quimioterapia o radioterapia. También puede darse cuando se administran antibióticos u otros fármacos. En función de cada caso se puede presentar de forma leve o severa. Aunque en general suele ser puntual y dura pocos días, en algunos casos puede prolongarse, por lo que deberá consultarse con el equipo médico de referencia.
El hervido, la plancha suave, el vapor y el papillote y el horno a baja temperatura permiten cocinar los alimentos sin grasa o con muy poca, manteniéndolos tiernos y de mejor digestión.
Pan tostado tipo biscote, palitos, carne, pescado, huevos (tortilla a la francesa, pollo a la plancha, pescado en papillote), pasta, arroz y sémolas de arroz, trigo y tapioca, galletas tipo maría, etc.
Se recomienda empezar por una dieta líquida, por ejemplo, de agua con arroz, y cuando sea bien tolerada introducir alimentos de fácil digestión, como el puré de patata y zanahoria, el arroz hervido, el pescado blanco o el pollo hervido y la manzana al horno o rallada.
Una vez cocinados, dejarlos en el frigorífico durante la noche los convertirá en una fuente de almidón resistente, una fibra interesante para las bacterias intestinales y bien tolerada en episodios de diarrea.
No se recomienda el consumo de caramelos o golosinas, néctar de fruta, azúcar simple o miel, chocolate, bebidas azucaradas o edulcoradas, u otros que contengan xilitol, sorbitol…
En función de la tolerancia, se pueden introducir poco a poco.
No se recomienda el consumo de mantequillas, margarinas, manteca de cerdo, mayonesa, nata, crema de leche y productos de pastelería, entre otros.