La pérdida del apetito, también llamada anorexia, es un síntoma habitual en las personas que sufren cáncer gástrico, así como la sensación de saciedad (sentirse lleno rápidamente cuando se come). Estos síntomas comportan una disminución en la ingesta de alimentos y pueden aparecer en cualquier momento a lo largo de todo el proceso oncológico. Es importante prestar especial atención si estos se prolongan en el tiempo, porque pueden condicionar el estado nutricional del paciente.Tener un correcto estado nutricional es importante para poder afrontar los tratamientos. Se deberán ajustar las recomendaciones dietéticas siguientes según si la pérdida de apetito va acompañada de otros síntomas, como reflujo, náuseas…
Aprovechar el momento del día con más apetito para incluir los alimentos más nutritivos.
Asegurar siempre en la comida y la cena la presencia de verduras (crudas o cocidas, según tolerancia), farináceos (tubérculos, cereales y legumbres, según tolerancia) y alimentos proteicos (carne, pescado y huevos u otros alimentos ricos en proteínas, como la soja y derivados, como el tofu, si se tolera bien), tal y como se indica en el método del plato.Este método permite comer en pequeñas cantidades utilizando un plato de postre como base, tal y como se muestra en la siguiente receta, pero permite, además, preparar elaboraciones diversas como platos combinados, platos completos, un entrante con un plato principal, un primer y un segundo plato y hasta incluso elaboraciones como bocadillos o platillos.
Son aquellas que en poco volumen incluyen una gran cantidad de energía y nutrientes.
En el caso de que la falta de apetito vaya acompañada de reflujo o dolor abdominal, evitar las verduras crudas y las muy ricas en fibra (coles, brócoli, alcachofa, espárragos…), los cereales integrales, los fritos y preparaciones muy grasas, los condimentos en exceso o las frutas ácidas. Para más información véase el apartado “Dolor abdominal y/o reflujo (pirosis)”.
Tener alimentos accesibles para ir picando; si se dejan en el campo visual, puede que se consuman con más frecuencia: uva, plátano, manzana, palitos de pan, tostaditas, galletas tipo maría, copos de arroz hinchado, yogures (natural, griego, ricos en proteínas —con más de 15g de proteína por envase, como Yopro ®, Hacendado ®, Pastoret ®, Skyr ®, etc.—) o quesitos.
Aunque no tenga apetito es esencial pensar en la necesidad de comer. No es tan importante la cantidad que se come en una sola toma, sino lo que se consigue acumular al final del día, y para ello es importante plantear pequeños objetivos que se puedan cumplir a lo largo del día.
Beber siempre fuera de las comidas y tomar líquidos más nutritivos, como licuados de fruta y verdura (no ácidos si existe reflujo o ardor).
Servir la comida en platos grandes dará la sensación de que hay menos cantidad de comida, y esto puede facilitar la ingesta.Cuidar la presentación con variedad de colores, texturas y olores también ayudará a mejorar su aceptación.
Escoger platos fríos o templados.
Ayuda a estimular el apetito.
Evita sabores no deseados que se puedan relacionar posteriormente con determinadas comidas.