Después de la gastrectomía el cuerpo necesita unas semanas para recuperarse. Es necesario tomar alimentos ricos en proteínas que ayuden a la recuperación y eviten una pérdida mayor de peso. Durante este periodo habrá que adaptarse a una nueva situación, aprender a entender qué pasa en el cuerpo con los diferentes alimentos, tipos de cocciones o cantidades. En este periodo el cuerpo necesita alimentos de fácil digestión, hasta que el intestino se adapte a recibir y digerir los alimentos. Cada persona es diferente, por lo que el tiempo necesario para volver a poder comer de todo variará; lo importante es ir progresando día a día e ir introduciendo alimentos y preparaciones poco a poco.
Se recomienda consumir unos 1,5 litros de líquido al día, pero, como no siempre es fácil, es preferible intentar llegar al máximo que cada uno tolere.
En muchas ocasiones, el agua sola no se tolera correctamente, por lo que es necesario beber otros líquidos, como caldos, zumos diluidos o licuados de verdura y fruta diluidos. También son una opción las gelatinas y los polos.
Es recomendable beber siempre fuera de las comidas y en volúmenes pequeños, y no beber en los 30 y 60 minutos antes y después de las comidas. Es preferible comenzar con volúmenes pequeños y a sorbos.
Es preciso evitar las bebidas azucaradas, carbonatadas o con gas y las bebidas alcohólicas.
Debido a que ya no se dispone de estómago para recibir y digerir los alimentos antes de que estos pasen al intestino delgado, es general la sensación de sentirse lleno muy rápido y perder el apetito. Por ello, la cantidad de comida debe ser mucho más pequeña por toma. Es importante realizar más comidas al día para incorporar alimentos diferentes y mayor proporción de nutrientes. Así pues, se recomienda distribuir la alimentación como mínimo en: desayuno, media mañana, almuerzo, merienda, cena y recena.
En algunos casos, puede que el fraccionamiento deba ser aún mayor, comiendo cada dos horas. Aunque no se sienta apetito, es recomendable comer varias veces al día para mantener un peso y un estado nutricional adecuados. Esto, además, ayudará al sistema digestivo a adaptarse a la nueva situación.
Es imprescindible masticar muy bien los alimentos y convertirlos en puré antes de tragarlos.
Es importante aprender a escuchar el cuerpo, sus sensaciones y reacciones cuando se come, y hay que dejar de ingerir antes de tener sensación de saciedad para evitar molestias posteriores.
Frutas, lácteos, farináceos (cereales, tubérculos, legumbres*…), alimentos proteicos (huevos, pescado, carne, tofu, tempeh, seitán, proteína texturizada) y grasas saludables (aceite de oliva virgen, frutos secos**), acorde a la tolerancia y la progresión de la alimentación.
Incorporar verduras, en poca cantidad al principio, ya que dan mucha saciedad y aportan poca energía.
*Las legumbres deberán incorporarse trituradas (cremas, purés…) o bien aplastadas con un tenedor, para facilitar su digestión.
** Los frutos secos deberán incorporarse molidos o triturados.
Es habitual que durante la estancia hospitalaria se siga una dieta líquida y se progrese a una alimentación triturada, con la que se llega a casa. Allí se podrá iniciar una dieta con alimentos de textura blanda, que se pueden aplastar en caso de no ser tolerados de forma sólida. El tipo de alimentos y las texturas necesarias podrán ir progresando día a día, acorde a las especificaciones del equipo médico.
Como la capacidad del estómago está reducida, es necesario comer poco y de manera frecuente. Es recomendable evitar un ayuno prologado, así que idealmente hay que realizar una recena antes de ir a la cama, para reducir el tiempo de ayuno.
Aunque sea en pequeñas cantidades, asegurar siempre en el almuerzo y la cena la presencia de farináceos, alimentos proteicos, verduras en poca cantidad y fruta, tal y como se indica en el método del plato. Se puede utilizar un plato de postre como base para preparar un plato único, un primer o un segundo plato o una comida tipo tapas.
Es preferible incorporar los grupos de alimentos según las indicaciones de los puntos posteriores.
Arroz blanco, pasta, patata, zanahoria cocida, pan, avena o legumbres:
Inicialmente, tras la cirugía, es recomendable evitar verduras muy fibrosas o flatulentas, como el puerro, los espárragos, las alcachofas, la coliflor o el brócoli.
Pasado un tiempo, se pueden introducir otras verduras en pequeñas cantidades, de forma cocida, e ir incorporando nuevas según la tolerancia a la verdura cruda, como las ensaladas.
Hay que tener en cuenta que las verduras aportan poca energía, por lo que será importante consumirlas en poca cantidad y siempre bien aliñadas y/o acompañadas de alimentos más nutritivos.
La carne, el pescado, el marisco, los huevos y la soja son los alimentos con proteínas de mayor calidad. Hay que asegurar estas proteínas al menos en las comidas principales: en el almuerzo y la cena, hay que comer cualquier preparación que contenga pescado blanco, marisco, carne (principalmente magra), huevos, soja o sus derivados (tofu, soja texturizada, etc.), según tolerancia. En el resto de las tomas se pueden incluir otros alimentos que también sean una buena fuente de proteínas, como los lácteos, según tolerancia.
Es preferible evitar carnes muy duras o fibrosas, ya que no suelen tolerarse bien. La textura es importante, por lo que las preparaciones a base de carne picada, mezclada con salsa, etc. suelen tolerarse mejor (hamburguesas de calidad, albóndigas con salsa…).
Incorporar el pescado azul (sardina, caballa, salmón…) a medida que se vayan tolerando otros alimentos y la digestión se haya normalizado.
Ejemplos de alimentos ricos en proteínas:
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Las personas que siguen una alimentación exclusivamente vegetal, sin proporción de alimentos de origen animal o con muy poca presencia de ellos (vegana, vegetariana estricta, etc.) es muy importante que consulten a su dietista-nutricionista de referencia para estudiar cómo cubrir adecuadamente las necesidades de proteínas, vitaminas y minerales que el organismo necesita para hacer frente a todo el proceso oncológico.
Adaptar la alimentación a una textura que ayude a facilitar la digestión de los alimentos durante los primeros días puede ser necesario en algunos casos, pero en general se recomienda normalizar la alimentación lo antes posible, para evitar perder peso, ya que las dietas trituradas aportan menos energía y nutrientes.
La primera semana es recomendable priorizar cocciones suaves y con poca grasa, como hervidos, al microondas, a la papillote o guisos muy suaves.
Posteriormente, se pueden incorporar preparaciones al horno y guisos y estofados bajos en grasa, y finalmente a la plancha.
Es preferible evitar los rebozados, empanados, fritos y guisos muy grasos.
En muchos casos, se toleran mejor las preparaciones a temperatura ambiente (ni muy frías ni muy calientes).
Se recomienda empezar con lácteos sin lactosa. Posteriormente, se puede comprobar la tolerancia al yogur natural desnatado y, más adelante, al yogur natural, el requesón y los quesos frescos. Finalmente, se podrá comprobar la tolerancia al resto de lácteos.
Es recomendable incorporar a la dieta yogur natural rico en proteínas (con o sin lactosa, según tolerancia y progresión).
Hay que evitar los lácteos azucarados, como yogures azucarados o saborizados, natillas, flan, mousse…
Es importante consumir dos o tres piezas de frutas al día. Inicialmente, siempre cocida, triturada (sin piel ni semillas) o en compota. Más adelante, comprobar la tolerancia a pequeñas cantidades de fruta fresca (sin piel ni semillas): manzana, uva, pera, plátano.
Hay que evitar las frutas ácidas (piña, naranja, pomelo, mandarina, fresas). También se pueden probar pequeñas cantidades de licuados de fruta y verduras en pequeños volúmenes.
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Una vez que la pérdida de peso se ralentice o se estabilice y se toleren bien los alimentos, pueden comenzarse a introducir otros y también nuevas preparaciones, que deberán tener mayor contenido de fibra (frutas frescas, verduras, frutos secos, legumbres y cereales integrales de uno en uno y en pequeña cantidad, para comprobar su tolerancia).
Es recomendable seguir utilizando el diario alimentario para comprobar la tolerancia a la introducción de nuevos alimentos.
Al igual que en las primeras semanas, tener en cuenta:
En la siguiente tabla se proponen ideas de enriquecimientos para preparaciones aptas para gastrectomía total.
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